El increíble mundo donde
habitan los calcetines.
Hace no mucho tiempo, en un
lugar cercano al condado de Bajolacama habitaban unos seres muy malvados,
conocidos como los calcetines. Se agrupaban por familias: Los oscuros, los
blancos, los viejos y rotos... Y si alguien se metía con ellos, todos se
juntaban para defender su honor. Los calcetines estaban ya cansados tras años
en guerra con las pelusas por el control de Bajolacama y tenían un plan para
acabar con ellas. Jack calcetín roído, gran jefe del clan, tuvo una idea “Hablaré
con los humanos y les pediré ayuda”, y así hizo. Fue a hablar con ellos y no
escatimó en ofertas, ”Os prometemos que siempre estaremos por parejas y nunca
más nos tendréis que buscar”, al oír esto los humanos no pudieron rechazarlo,
era lo que siempre habían deseado y ahora tenían la oportunidad, “Está bien
Jack, cuenta con nosotros, a tu señal tendrás nuestra ayuda”. Los calcetines
las tenían todas consigo y solo faltaba hacer creer a las pelusas que querían
firmar la paz. Jack calcetín roído llamó por teléfono a Paco Pelusa, gran jefe
de las pelusas, y le dijo “Ya son muchos años de guerra, demasiados calcetines
y pelusas muertas, ya es hora que olvidemos nuestras problemas y estrechemos
nuestros lazos”, al oír esto, Paco Pelusa no pudo contener las lágrimas y dijo
“Mañana haremos una reunión y firmaremos la paz”. Todo salía a pedir de boca,
pensaba Jack, “Sí, sí, eso haremos”, le contestó. Al día siguiente se hizo lo
acordado, calcetines y pelusas se reunían en una gran fiesta, pero lo que no
sabían, es que todo era un plan urdido por los calcetines para darles muerte. La
fiesta transcurría con normalidad, pero en el momento del brindis, donde por
fin sellarían su amistad, un ruido ensordecedor inundó la sala, las mesas
volaban, las sillas, los platos… Las pelusas, asustadas, corrían de un lado a
otro sin poder hacer nada, los humanos atacaban con una aspiradora y los
calcetines les habían traicionado. Nada podían hacer ya, volaban y eran
absorbidas por un tubo… Los calcetines y los humanos, viéndose vencedores, lo
celebraron hasta caer rendidos. Nunca más se enemistarían por un calcetín de
otro color y los calcetines serían los dueños de Bajolacama durante muchos
años.
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